Domingo de Ramos

¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Sin imaginarlo, entró con Jesús.

Marcos 11:1-8

Hoy iniciamos la Semana Santa recordando la pasión de nuestro Señor Jesucristo, su muerte en la cruz y su gloriosa resurrección, por la cual adquirimos salvación y vida eterna. Esta celebración inicia con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén hace más de 2000 años, conocido también como Domingo de Ramos. Durante esta entrada, vemos a una multitud adorando al hijo de Dios, con mantos, ramas, honores y júbilo dando voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Hubo un personaje que no fue parte de la multitud, no arrojó mantos o ramas en el camino por donde pasaría Jesús. El simplemente estuvo dispuesto a ser usado para llevar al Mesías en sus lomos durante esta gran celebración; nos referimos a un pollino o burrito que jamás había sido utilizado para otros trabajos.

En la biblia encontramos que fueron pocas las personas que tuvieron la oportunidad de tener en sus manos o brazos al Señor Jesucristo, entre ellas María, la madre de Jesús y seguramente José su padre. Cuando fue presentado en el templo fue cargado por el anciano Simeón, al cual se le había revelado que no cerraría sus ojos hasta no ver al Mesías prometido y salvador del Israel. El indefenso burrito tuvo el honor y privilegio de cargar al ser más maravilloso que ha existido, nuestro Salvador, y así sin abrir su boca, nos da grandes lecciones a nosotros los cristianos.

Dios tenía un propósito especial para el burrito (vs. 1-2)

Jesús necesitaba al pollino para entrar a Jerusalén. Esta forma de entrar en el pollino sería el cumplimiento de la profecía de Zacarías 9:9 que fue dada aproximadamente 600 años antes de que el burrito estuviera atado en esa aldea.  La vida de este asno tenía un propósito profético en los planes de redención del Señor Jesucristo, de servicio para el reino de Dios. Esto nos enseña que cada uno de nosotros tenemos un propósito de parte de Dios en nuestra vida. El Señor nos ha dado dones, talentos, ministerios y habilidades para servirle y cumplir su propósito a través de nuestras vidas (Romanos 12:6-8). Este animalito lo único que tenía para ofrecerle a Jesús era su lomo para que Él se sentara y sus fuerzas para cargarlo, se puso al servicio del Hijo de Dios. ¿Qué es lo que tú tienes para ofrecerle a Jesús y servirle?

El Señor necesitaba a ese burrito (vs. 3)

En los evangelios observamos que Jesús siempre uso cosas prestadas. Una barca, el aposento donde realizó la última cena con sus discípulos y hasta la tumba donde Él fue sepultado, fueron prestados. Esto nos enseña que el Señor no tomará nada de nuestras vidas a la fuerza, aunque todo lo que tenemos y lo que somos le pertenece a Él. Cristo espera que nosotros cedamos nuestra voluntad y le obedezcamos, no por obligación sino por amor. Dios espera que los dones, ministerios, talentos y habilidades que Él mismo nos ha dado los ofrezcamos por amor a Jesucristo.

El burrito tuvo que ser desatado para ser utilizado por Jesús (vs. 2)

El burrito estaba atado, no libre y para que Jesús lo pudiera utilizar tenían que desatarlo. Muchos, al igual que ese burrito no podrán ser utilizados por Dios porque aún están atados a algo. Aunque Él ya los hizo libres, siguen atados a muchas cosas que no permiten que sus vidas sean puestas al servicio de Cristo y así cumplir el propósito de Dios para su reino. La pereza espiritual (Proverbios 24:33), temor (Jeremías 1:5-7), las cosas del mundo, el no estar dispuesto a dejar nuestra pasada manera de vivir (1 Juan 2:17) son ataduras que no permiten caminar en santidad. El que camina desatado, podrá acercarse a Dios y servirle incondicionalmente de todo corazón (Juan 8:32). 

El burrito caminó sobre mantos y ramas (vs. 11:8-9) 

La gente tendía por el camino mantos y ramas de los arboles para cuando pasara Jesús. Sin embargo, Jesús nunca tuvo contacto con ellos pues iba montado en el pollino. ¡El que tocó esa alfombra de mantos y ramas fue el burrito! Que privilegio tan grande tuvo de llevar al Maestro a Jerusalén ese día.

Muchos de nosotros, quizá no comprendemos que cuando disponemos nuestras vidas voluntariamente a nuestro Señor para servirle, recibimos bendiciones espirituales, materiales y sobretodo la protección divina del Todopoderoso. En la biblia encontramos abundantes promesas de bendición para los que están dispuestos a rendirse a Jesús y disponer su vida a servirle de corazón. ¡De que hay recompensa, la hay! Salmos 23:6 dice, “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”   

El propósito de Dios para nuestras vidas es grandioso y perfecto. Él busca corazones dispuestos para servir y compartir su amor al necesitado, gente que tome la decisión de andar en santidad, apartados del pecado y de esa manera poder disfrutar toda bendición que Él ofrece, sobre todo la vida eterna.

Siguiente
Siguiente

Viernes Santo